¿Cómo identificar que una persona con párkinson sufre alteraciones cognitivas, de conducta y síntomas psicológicos?
Si la persona con párkinson está:
• Decaída anímicamente y triste
• Nerviosa o intranquila, con dificultades para relajarse
• Desmotivada o con una desgana acusada que se mantiene en el tiempo
• Deambulando sin rumbo por la casa o manipulando objetos sin intención de nada, con desorientación y desorganización
• Acumulando objetivo o repite una y otra vez determinadas acciones, ideas o actividades
• Teniendo olvidos o despistes frecuentes
• Volviendo irritable, impulsiva e incluso agresiva
• Mostrando comportamientos socialmente y/o sexualmente no apropiados
• Viendo alucinaciones (cosas que parecen reales pero que no o son) o teniendo ideas delirantes.
Ante cualquiera de estos comportamientos, le recomendamos informar a su profesional de neurología y tratarlos con un profesional de la psicología clínica experto en la enfermedad.
Estos problemas indican que la persona tiene algún tipo de necesidad física o emocional, pero no puede o no sabe cómo expresarla. ¿Qué podemos hacer?
1. Aplicar, con mayor frecuencia, la distracción en lugar de la confrontación cuando la persona tiene capacidades cognitivas disminuidas, alucinaciones y/o ideas delirantes. Se puede hacer con un paseo, baño relajante, conversación música o una actividad placentera para salir de ese bucle.
2. Actuar de la forma más transparente posible (evitar esconder información o datos) e involucrar siempre a la persona en cualquier toma de decisiones familiar para disminuir su nivel de desconfianza.
3. Ante cualquier situación que le genere ansiedad, tratar de identificar cuál es la causa. A continuación, reaccionar con calma, tranquilizando a la persona y proporcionarle seguridad a través de nuestro acompañamiento usando el contacto físico, palabras amables y sencilla, un tono de voz cálido, creando un entorno relajante, etc.
4. Si la persona manifiesta agresividad o agitación, descartar primero que no tenga dolor o algún tipo incomodidad. Lo mejor es no enfadarse, ponerse nervioso o sujetar a la persona con fuerza.
5. Dejar a la persona expresar sus emociones sobre sus vivencias y darle apoyo. No hay que restar importancia a sus sentimientos y debemos validar siempre sus emociones. Algunas frases que ayudarán serán “te comprendo, estoy aquí para ti”, “puedo entender cómo te sientes”, “dime cómo te puedo ayudar” o “¿quieres hablar sobre ello?”. Si la persona con párkinson está viendo u oyendo cosas que parecen reales pero no lo son, podemos pisar o lanzar un pequeño objeto para ver si traspasa lo que está viendo, por ejemplo.
6. Si observamos un comportamiento que nos resulta poco adecuado en el entorno social o familiar, y no estamos de acuerdo, expresar nuestro punto de vista. Con palabras sencillas y concisas, cuidando el tono de voz (no infantil) y nunca regañando, amenazando o castigando. Hay que mostrarse flexible y diferenciar entre situaciones muy graves y más leves, y siempre recordar que tratamos con una persona adulta que merece ser tratada como tal.
7. Animar a la persona a iniciar rutinas de salud óptimas y horarios ordenados, como caminar diariamente, realizar ejercicio físico adaptado, socializar o realizar actividades formales (terapias de rehabilitación) o informarles (lectura, juegos de mesa o pasatiempos) para fomentar la atención, el lenguaje, la memoria y el humor, entre otros.
En colaboración con la Federación Madrileña de Enfermedades Neurológicas (FEMADEN) y la Dirección General de Atención a la Discapacidad de la Consejería de Políticas Sociales, Familias, Igualdad y Natalidad de la Comunidad de Madrid.