El dolor, ese gran desconocido en la enfermedad de Parkinson

Dr. Juan Pablo Romero, investigador, PhD en Neurociencias y neurólogo de la Unidad de Daño Cerebral del Hospital Beata María Ana y profesor de la Universidad Francisco de Vitoria.

La enfermedad de Parkinson es la segunda enfermedad neurodegenerativa más común tras el alzhéimer. La prevalencia mundial de esta enfermedad es aproximadamente del 0,3 % entre las personas de 40 años o más y es la causa de discapacidad de más rápido crecimiento debido a desórdenes neurológicos.

Es ampliamente conocido que el párkinson se manifiesta, principalmente, mediante síntomas motores, tales como la lentitud del movimiento, la rigidez muscular, el temblor de reposo y, más tardíamente, la inestabilidad postural. No obstante, los pacientes con esta enfermedad desarrollan múltiples síntomas que no pertenecen al ámbito motor.  No son tan conocidos, pero, a veces, ocasionan un impacto mayor que las alteraciones motoras en la calidad de vida de los pacientes: alteraciones cognitivas, depresión, ansiedad, apatía, desórdenes del sueño, fatiga, estreñimiento, sudoración excesiva, problemas urinarios y, uno de los más incapacitantes, el dolor.

Se estima que alrededor del 85 % de las personas con párkinson sufren dolor, llegando a tener una intensidad de moderada a severa en el 42 % de los que lo sufren; sin embargo, aún no hay soluciones eficaces para el manejo de este síntoma. Este es un síntoma comúnmente infradiagnosticado y por tanto poco investigado hasta la fecha. Una de las posibles causas de que este síntoma no se refiera en las consultas de neurología a pesar de su prevalencia e impacto en la vida diaria es que la propia enfermedad de Parkinson podría causar dificultades para identificar y comunicar los propios sentimientos y sensaciones corporales, lo que se conoce como alexitimia.

El dolor en el párkinson puede ser diverso y con múltiples características, y puede seguir un patrón diferente en cada paciente. Los pacientes afectados pueden referir dolor en su musculatura y articulaciones; dolor en las raíces nerviosas de tipo corriente eléctrica, dolor punzante que se asemeja a alfileres por brazos o piernas; dolor en la cara o boca al masticar, sensaciones quemantes en la boca; dolor crónico sordo y generalizado de origen central; dolor visceral relacionado con órganos internos a nivel abdominal, dolor nocturno por inmovilidad al tratar de girar en la cama o dolor asociado al síndrome de piernas inquietas durante la noche entre otros.

El dolor habitualmente está asociado a las fluctuaciones de otros síntomas (puede aparecer tanto en “off” como en “on”) y suele intensificarse poco antes de la toma de levodopa, cuando el efecto de ésta se está agotando. En ocasiones también puede haber dolor asociado a la aparición de discinesias (movimientos exagerados) y distonía (aumento repentino del tono muscular en alguna parte del cuerpo) y suelen suceder coincidiendo con el máximo efecto de la medicación lo cual suele ser típico de fases intermedias y avanzadas de la enfermedad.

Prueba de que hay cada vez mayor consciencia de este síntoma es la existencia de una escala validada para la valoración del dolor en el párkinson, la Escala de Dolor de la Enfermedad de Párkinson de King (KPDPS), que valora todos estos tipos de dolor en cuanto a su frecuencia y severidad.

Los mecanismos por los que se produce el dolor en el párkinson son complejos. En general, se cree que los pacientes pueden sufrir alteraciones en la precepción e interpretación del dolor y, si se suma a la afectación en las esferas motivacional y afectiva, podría disminuir la capacidad del propio cerebro para modular del dolor, dando lugar a una percepción dolorosa más intensa, con una localización distorsionada y que se perpetúa en el tiempo.

Efectos de la pandemia de Covid-19 en personas con párkinson
Todos hemos sufrido cambios en nuestros hábitos a causa de la pandemia y esto ha repercutido en mayor o menor medida en nuestra salud física y mental. Las personas con enfermedad de Parkinson han sido particularmente afectadas por estos cambios.  En un estudio realizado en España con 570 pacientes en el año 2020, el 65,7 % de ellos consideró que sus síntomas habían empeorado debido al confinamiento. El dolor es uno de los síntomas que más se ha incrementado como consecuencia de los cambios de hábitos impuestos por la pandemia.

Nuevas terapias para el tratamiento del dolor
Actualmente, no existen alternativas terapéuticas eficaces en el tratamiento del dolor en el párkinson ya que no se han establecido pautas con suficiente evidencia científica para su manejo y el tratamiento farmacológico ha mostrado resultados contradictorios. Además, dado que los pacientes afectados normalmente ya toman varios fármacos, es de gran importancia del desarrollo de terapias no farmacológicas como una alternativa más segura y útil.

El grupo GINDAT de la Universidad Francisco de Vitoria, en colaboración con el Hospital Beata María Ana y la Universidad Rey Juan Carlos, buscan generar un cambio significativo en la investigación del tratamiento no farmacológico del dolor en la EP. Durante varios meses se ha trabajado en colaboración con otras instituciones como el CSIC, la Universidad Politécnica de Madrid y el instituto técnico de Lisboa para la elaboración de varios protocolos de detección y tratamiento que permitan el manejo del dolor sin incluir nuevos fármacos ni exponer al paciente a procedimientos invasivos. Este proyecto, bajo el nombre OASIS, han recibido financiación pública del plan nacional de investigación y se encuentran en marcha actualmente.

El proyecto tiene como intención detectar y medir adecuadamente la intensidad y aparición del dolor y mejorar la calidad de vida de los pacientes que lo sufren. Durante el proyecto se evaluarán objetivamente los cambios mediante varios tests no invasivos que valoran el procesamiento del dolor (umbrales de dolor a la presión, modulación condicionada del dolor y sumación temporal) así como aspectos emocionales, neuropsicológicos y funcionales antes y después del tratamiento.

Una de los tratamientos que se usarán en el proyecto es la novedosa técnica de Estimulación Transcraneal por Corriente Directa (tDCS), que se ha demostrado ampliamente segura y eficaz en otros tipos de dolor crónico pero no se ha usado hasta el momento para tratar el dolor en la enfermedad de Parkinson.

En otras fases del proyecto también se probará la eficacia de videojuegos con realidad virtual para aumentar la capacidad de visualizar el movimiento del propio cuerpo para mejorar el control del dolor.

El proyecto OASIS está en proceso de reclutamiento, por lo que actualmente, cualquier paciente diagnosticado de enfermedad de Parkinson y que experimente cualquier tipo de dolor puede participar de manera completamente gratuita en las instalaciones del Hospital Beata María Ana. Este tratamiento no interfiere con la medicación que actualmente toma el paciente y entregaremos información del mismo para el neurólogo habitual del paciente además de un informe final de los estudios. Si usted sufre la enfermedad de Parkinson o conoce a alguien que la sufra y tiene dolor, puede encontrar más información en la web de investigación de nuestro grupo: https://www.ufv.es/neurorrehabilitacion-dano-cerebral/  donde encontrará vídeos informativos y las publicaciones de los protocolos de investigación en revistas internacionales. También puede contactar con el Investigador Principal, el Doctor Juan Pablo Romero, neurólogo y profesor de la Universidad Francisco de Vitoria, ( p.romero.prof@ufv.es) o con el investigador a cargo de los proyectos, Yeray González Zamorano, fisioterapeuta especializado en dolor e Investigador contratado del grupo GINDAT ( y.gonzalezz@alumnos.urjc.es).

Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios y facilitarle la navegación por nuestra página web y analizar su navegación con fines estadísticos. Si está de acuerdo haz click en el botón ACEPTAR. Si continúa navegando entendemos que acepta su uso, puede obtener más información aquí

ACEPTAR
Aviso de cookies